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1. El drama gitano
empieza con la comida de verano del curro. Y con una caña, que es como empiezan
todas las cosas que molan. Y esto es así, peñita.
2. ¿Que qué hay de
comer? Paella, obvious. Porque las comparaciones son odiosas y esto apunta
maneras.
3. La primera tarde se
esfuma en lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks y desemboca
en el famoso chiringo de las 8.000 cervezas, a birra por publicista más o menos.
Por alguna extraña razón no solo no salimos de ahí por patas sino que montamos
un campamento base que ni en el mismo Everest.
4. Los tickets se
multiplican y las ideas absurdas también, hasta que llega la debacle: es casi
medianoche y aquí hay que liarla pero bien. Así que dan las 12 y –oh, Dios-
estamos metidos en el mar para rubor propio (y extra de rubor ajeno).
5. Si lo hacemos tontos
míos hagámoslo como es debido, y después del baño cae por su propio peso un
estupendo copazo. Luego, por obra del mismo espíritu santo, llegamos a casa.
6. Así que amanece el
viernes, que no es poco, y es 19 de julio. Son las 8 y eh, qué cosas, tenemos
resaca. Así que a dos por hora nos duchamos, nos vestimos y llegamos al curro
donde, más que currar, la compartimos, la resaca.
7. Con tres neuronas
disponibles –ni una más-, se va trazando el nuevo y ambicioso plan: bocata de
colesterol y champán para todos.
8. Champán para todos en
mano, juramos que hoy no la liamos ni de broma, que mañana hay que estar bien
como sea, que tal, que cual. Con una seriedad que asusta al miedo.
9. Corte a las 11 de la
noche y seguimos en la calle y solo han caído 7 u 8 cervezas y 3 o 4 gintonics,
trago arriba trago abajo. Coherencia ante todo.
10. Pero vieiras y
navajas mediante, salimos de ahí. De la única manera de la que se puede salir
de estas cosas, que es corriendo. Por mucho que parezcamos medio cojos.
11. La vida, no
obstante, puede ser maravillosa y llega el sábado, y, haciendo gala de un savoir faire animal, la mitad del
comando abre un ojo a las 7 de la mañana. Con la que nos espera: más almas de
cántaro imposible.
12. Y claro, pronto
empieza el desfile. Bienvenidos todos y bienvenidas las tropecientas botellas
de vino, y los boquerones, y las birras a cholón, y el pastel y la ginebra, y
el basset hound y los melones.
13. Del primer baño al
aperitivo median 20 latas de cerveza y de ahí a echar el agua al arroz 30 o 40
más. Esto según la policía. Los organizadores cuentan más de 200.
14. Es el momento de la
histeria, del coñazo, del baile ritual, del chupinazo; y se demuestra (tras
años de arduas investigaciones) que el punto del arroz es algo inalcanzable.
15. Pero hemos venido a
emborracharnos y el resultado nos da igual. Toca soplar velas y comer carrot
cake y abrir regalitos tremendérrimos y... Muy duro todo. Durísimo.
16. En estas llega al
mundo un bicho llamado MeLOL. Más feo no se puede, la criatura. Más buenísimo
de la muerte, tampoco. De frankfurts en modo botox e ingredientes secretos ni
hablamos.
17. En cuanto a Mickey
Melon, solo espero que no os lo encontréis por un callejón en plena noche.
18. Y lo digo muy en
serio.
19. A la final de la champions
melonera solo puede seguirle algo igual de grande, y por partida doble. Con el
número 1: bailar Rihanna. Con el 2, y en empate técnico: el famoso hundir la
flota a chupitazos. Menudo in-ven-to.
20. Atención, comités de
la UEFA, la FIFA y compañía: ¿trampas, nosotros? ¿dopaje? Já.
21. Aquí es cuando se
para la historia y se abre un paréntesis para comentar la expedición a por
tabaco que rozó el filo de lo imposible. Del polo norte al polo sur no había un
cigarrillo sobre la faz de la tierra y la cosa se prolongó horas. El
documental, próximamente en sus pantallas.
22. Mientras tanto, la
operación kikis or nothing (ergo ‘salgamos de aquí un rato como sea’) se pone
en marcha. Kikis guays, especiales, vegetales con bacon… ¡Eh, qué pasa, es mi
kiki y lo pido como quiero! O sea, vegetal con bacon. Y otra ronda de
carajillos.
23. A todo esto volvemos
a casa con 3 toneladas de hielo, que hemos conseguido de una forma nada turbia.
E inmediatamente suena el teléfono. ¿Está Jamiroquai? Que se ponga.
24. La fiesta continúa
por todo lo alto. O sea: por todo lo bajo. Con Curt y los cigalas en el
escenario principal desafinando es poco. Benditos sean.
25. No, seriously: si no
entramos en una espiral de violaciones al cantante, fue de puro milagro.
26. A todo esto, la
fiesta torna en after. Con su reglamentaria sesión mítica y las reservas de
ginebra y ron y cerveza desplomándose en la bolsa. El caos en los mercados no
pudo ser más evidente; en el salón de casa, tampoco.
27. Pero siempre –siempre-
hay una última reserva de fuerzas, y en este caso se destinó a algo trascendentalísimo:
dormir con nanas a Jean Pierre, que ahora mismo está en un diván contándole a su
terapeuta lo fuertes que somos.
Nanas, decía. De Nacho
Vegas en do subterráneo, que no es poco.
28. Así, como quien no
quiere la cosa, se hace el domingo, que trae croissants y tortícolis y fuets y
más piscina bajo el brazo. De aquí no se larga ni Dios y si Mahoma no va al
Espinaler, el Espinaler va a la montaña… o pedimos pollos. Y la siesta es
recontrabonita y recogemos los restos del naufragio mientras todo apunta a que
año tras año el tour de force se corrige y se aumenta que es un milagro.
29. Ahí quedan los
planchazos, los resacones, los tocados y los hundidos, los boquerones. El baño
furtivo, el licor café, el siestón y las expediciones. Por no hablar del puf
precioso, el musicón y el vídeo como prueba atroz de lo mal que vivimos –y más
en verano.
Al final. Poco queda por
decir. Un lío bastante bonito. 20 o 30 animalicos. 4 días inhumanos. Y cumplir,
sobreviviendo, 29 años.