Hoy, ole tú, después de tantísimo tiempo, vuelves a sentir que eres gilipollas. Porque
bajas a leer al sol con un café y sólo entonces, de puta casualidad, porque
piensas en él porque sabes que se pasa la vida leyendo solo, te das cuenta que
en un par de días se va, y lo que es peor: que le vas a echar de menos. Así, tal cual. Y tú, que estás acostumbrada a casi todo pero no a esto, te maldices y blasfemas y te latigas y te fustigas. Porque aún teniéndolo terminantemente prohibido has bajado la guardia. Y sabes que ahora, como no puede ser de otra manera, te tocará pagar las malditas, por catastróficas, consecuencias.
martes, 15 de mayo de 2012
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