martes, 25 de noviembre de 2014

Barcelona, a 25 de novembre.

És escoltar el Soldadet i veure’t la cara. O La tortura, tot i que sigui poc ortodox fer-ho públic ara i així (és que no tinc vergonya). En realitat el que veig ara mateix és una cua infinita de campanyes d’aquestes que a tu t’agraden tan poquet i per les que em criticaries una mica. I tan infinita és la cua que en comptes d’enfrontar-m’hi faig el que faries tu i, en un acte d’irresponsabilitat mig terapèutica, em poso a escriure’t.

Alguna estona busco Kathmandú al Google imatges i veig on pares. Dic que ho veig, però la veritat és que no ho assimilo: necessitaré que apareguis –tard o d’hora ho faràs- a explicar-me com és tot allò. Sense pressa i sense pausa, al ritme aquest que sempre ha estat tan teu i que ja és una mica el teu estil inconfusible (he hagut de buscar com era en català, t’ho pots creure? Aquest estat teu serà de savis absoluts o no serà, això està clar).

Deia que hauràs de donar el millor de tu per fer-nos entendre com és la teva vida allà. Tu, sempre atent a aquesta mena de perspectiva obliqua, poc convencional, que tenen les coses. Que tu -again- fas tan teva, omplint-la de sentit, i amb què aconsegueixes transmetre el que penses, el que necessites dir. Aquest cop hauràs d’esforçar-t’hi, de rebregar molt els subjectes i els predicats. Sé que no et costarà gaire.

De vegades, quan em poso nerviosa, penso en tu i em dic: ‘respira’. I m’esforço en veure tot plegat com ho veuries tu, recordant (perquè me la sé de memòria) la cadència amb què parles quan tot és un cristo i tu ens calmes. No està malament, penso de vegades, viure en aquesta mescla de tragèdia grega i estoïcisme espartà que tu has portat sempre tan bé. Igual quan passin tres o quatre segles m’hi acostumo i acabo aconseguint que m’aixequin una estàtua eqüestre d’aquelles que construïen per als emperadors romans i que tu estudiaves en aquell claustre tan bonic. Igual, en la mateixa línia de coses, un dia m'aixeco i deixo de fumar.

Parlant de construccions heroiques: alguna nit trobo a faltar els castells al menjador. I l’altre dia vaig anar al teu club, jo sola, i em va fer una mica de pena no haver de demanar una Voll Damm. També fa uns mesos que no començo cap sèrie amb ningú. Ja veus, tres tonteries que et poden donar una mica la mida de les coses. Com el gest d’esperar-me darrere de les portes: sé que entendràs what I mean.

En fi. S’acaba novembre i el termòmetre fora marca 16 graus. Ni rastre, a mil milles, de falciots. Recordes el dia de l’Alcoba, quan vigilàvem el carretó d’aquell home? En aquell moment, fumant a la terrassa, abrigada amb totes les teves llanes perquè em moria de fred, vaig pensar que arribava l’hivern. 

No ho sé, potser aquest any s’està esperant, com si fos un pirata anacrònic, o igual li ha donat per teixir i desteixir a veure si tornes. O potser acabaràs tenint raó i resulta que estem a les portes de l’apocalipsi. 

En aquest cas hauràs de plantejar-te comparèixer: ja saps, algú haurà de posar una mica d'ordre.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

A pesar de todo.


“Me dije, voy a ser extremadamente buena —y mereceré (atraeré) el amor— y procuraré la responsabilidad, la autoridad…”
Susan Sontag

Que incluso en los peores momentos haya un mínimo de esperanza que te mantenga más o menos vivo.
Que para eso existan, en todo, grietas: para que entren, ni que sea por un instante, débiles rayitos de luz.
Que a veces haya que saber parar, plantarse, y que en ese momento te sea absolutamente imposible verlo.
Que cometas el mismo error una y otra y otra vez, y la espiral infinita -la culpa- te mate.
Que habiendo pasado diez mil pantallas, siempre aparezcan nuevos monstruos.
Que te sientas incapaz de seguir luchando.
Que igual solo se trate de esperar a que por fin amanezca y la amargura despierte un poquito menos amarga (los monstruos, menos monstruos).
Que veas cómo gente cercana se va muriendo y eso no logre borrar de tu mente otras cosas, infinitamente más nimias.
Que la pena y el vacío sean siete veces más fuertes que tú.
Que el empeño, aun así, no te abandone más que por momentos.
Que pienses que se trata de ir sobreviviendo, de ser cada vez mejores supervivientes. Aunque sientas que ya has vivido mil años. 
Que tengas que esforzarte en recordar por qué has llegado hasta aquí; qué es lo que te hizo saltar al campo.
Si fue una madrugada, una frase, un gesto tímido y heroico.
Que haya tanto que aprender. Cada vez más en vez de menos. Que la magnitud del asunto te supere.
Que tengas que torear ejércitos de dudas, escuadrones de noches desesperadas. Incluso la mismísima tentación de salir huyendo.
Que ante la encrucijada te impongas una disciplina militar: la de ser cada vez más valiente, más seria. La de sonreír y hacer sonreír a quien está a tu lado. La de creer que se puede. Con una fe ciega. Como único secreto para que así sea.
Que a ratos salga mal, y que eso duela.

Y que a pesar de todo rendirse no valga la pena.

martes, 11 de noviembre de 2014

Más vale tarde (y más vale raja).

1. Estaremos de acuerdo en que esto no es un brief: es el mismito infierno, aunque no está claro que en el infierno haya heces y desde luego en este post las hay (y hala: la primera). Pero habrá que intentarlo. A ritmo de Beyoncé (vamos, play), que es como hay que intentar las cosas serias.

2. Podríamos empezar la historia con Makelele subido a un sidecar, pero sería un asunto más propio de Jane Austen. Así que empecemos mejor por una noche loca, aunque no sé si tanto como la mítica en Cerdeña en que I. se xxxx a un sardo. Que ahí estábamos todos menos Josmar, afinando casi tanto como la colega del Summertime y además finiquitando el summertime por todo lo alto, porque como todo el mundo sabe lo riu es vida y lo demás son tonterías, y si no dejad de leer ahora mismo y abrid Instagram, que será por fotones del Salt del Grill y compañía.

3. Total, que la paella fantasía merecía una previa a la altura, así que le dimos a las mazorcas, no fuera que nos quedáramos sin paluegos entre los dientes. Pa luego, me refiero. Por si después de un suculento plátano porni quedaba algo de hambre o para superar el famoso cáncer Albal. Jesús: letal es poco.

4. Y en estas que a alguien se le cortaba la respiración: no se sabe si porque andaba imaginándose a Coloma desnuda o un montón de pits pits pits són els meus amics. Los que ya habían obnubilado al pobre del tractor por la mañana en la piscina, que no hizo más idas y venidas en su puta vida, ante la atónita mirada de Jessica Fletcher disfrazada de oveja. Taaaan molona her… Que si Jean Paul no se casó con ella fue porque Dios no quiso.

5. ¿Qué íbamos a hacer el resto? Repartir papelitos y servir más ratafía. Normal que ahí saliera lo que no había salido en años, como el videoclip de Kylie o las nomenclaturas en modo patatona, que datan -era arriba, era abajo- de la de los dinosaurios. -¡En singular! - ¡Dinosaurio!

6. Así que, por supuesto, conquistamos Serrat y hasta Manhattan. Así, a lo loco, estando en La casa de la pradera. De forma nada turbia (¡dejad de pensar en fistfucking!) y con la inestimable ayuda de Hipólito (¿será un pájaro? ¿será un avión? ¿será un enano?)

7. Y al día siguiente, en fin. Había quien no se levantaba. ¿Debían estar nivelando el agua caliente de la ducha? ¿O era un caso de trempera matinera derivando en el clásico más vale raja que paja? ¿Eh, eh? Queremos aclaraciones. Sí, en plan tocapelotas. Menos mal que lo que acaba con una paella fantasía (bis), bien acaba. Sobre todo porque estoy hasta el coño ya y además Beyoncé (bis) ya ha dejado de cantar. ¿Cómo? ¿No queréis saber qué suena después?

Total, que prueba superada. ¿O qué creíais?
Carpe diem, peñita.