lunes, 27 de febrero de 2012

dos palmos.

Medía dos palmos, y no es que haya crecido mucho desde entonces. Quedaron, como siempre pasa con las tardes de febrero desastrosas, secuelas en el corazón. Se hizo fuerte por decreto ley, muriéndose por otra parte un poquito. Doctorándose cum laude en el arte de descreer a conciencia y de por vida. De grises, nada. Cambiar, nunca. Luego vinieron los nuevos estribillos, las segundas voces. Incluso se puso tacón. Un mes de marzo hubo un tsunami en que hubo que nadar por lo civil o por lo militar. Perdiendo la ropa por el camino. Fueron las mil millas mariposa. Unas corrientes infernales. El homicidio servido con hielo y pajita. Las habitaciones de hotel. Ocurrió lo que ocurre siempre. La mariposa se extinguió. De ahí al serial killing mediaron 3 conciertos. Haciendo de la autodestrucción un mito. Coleccionando resurrecciones. Ahora mide tres palmos y pico. No se llama Martínez pero algo aprendió. No deja de saltar por principio. Y por fortuna, cae de pie.