miércoles, 18 de noviembre de 2009

Latitudes.

En el muelle de San Lorenzo
un niño se mira en un espejo gris y azul
y no quiere hacerse mayor
por más que el orbayo, tan dulce y tan traidor y tan norteño,
le empuje a sus brazos de plomo.

En un pueblo de Cuenca
una niña renace
se retuerce y chilla
y toca las nubes de gajos naranjas con las manos diminutas
y con los labios ardiendo
y los conejos corren, felices, huyendo de las cazuelas humeantes
y el arroz va a dormir solo.

En Manhattan alguien camina despacio
con las lágrimas esprintando por el cuello
y sale el sol y vuelve el día
y piensa que todas las ciudades son más o menos la misma
y que no vivió en ninguna todavía.

En una habitación de un hotel dos amigos
se abrazan y se miran tan adentro y se dicen
que nunca dejarán de ser amigos
y se muerden como locos
mientras envejecen sin saberlo
y sin saber que nunca dejarán de recordarlo.

En una isla una mujer escribe cientos de recuerdos
y recuentos interminables
y abre otro vino blanco
y cuando anochece todo es más sórdido
pero más lejano.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Un día de esos

Se oyen susurros en la grada
descansan en cubierta los marinos
saben a fresa los besos
los niños esta tarde no se enfadan
que hoy es un día de esos

y alguien muere por ti
mientras recuerda
ten cuidado,
no le des cuerda
no vaya a arrancar el valsecito
del velerito borracho en celo
tan navegante
tan pilotín tan atorrante
que las olas hacen olas
las pupilas bailan solas
y los restos se crecen
y los locos se mecen
acompasados
-tan acompasados
como siempre
- tan subordinados
como nunca
que hoy es un día de esos
- acostados
de chistes, de satén y de posesos.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Un novio poeta para Carmela.

Rodeada de minifaldas y de guiños con barba la vida es más bonita es más gallega más fallera más estupefaciente más cabaretera más neoyorquina más limusina y menos boba.
Y de repente alguien no es lo que parece y se para a fumarse un cigarro a tu lado. Do it again, Sam, que yo no respondo pero lo escribo.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Biopic

A los 15 los cuerdos de atar
me cortaron las alas,
a los 20 escapé por las malas
del pie del altar,
a los 30 fui de armas tomar
sin chaleco antibalas,
Londres fue Montparnasse sin gabachos,
Atocha con mar.

A los 40 y 10 naufragué
en un plus ultra sin faros
mi caballo volvió solo a casa,
¿qué fue de John Wayne?
Me pasé de la raya
con tal de pasar por el aro
¿a los 60 qué importa la talla
de mis Calvin Klein?

Sabina, of course. Ya nos gustaría...

jueves, 5 de noviembre de 2009

Esta mañana

Esta mañana una mujer lloraba. Andaba con la cabeza ligeramente baja, era mayor, el pelo corto, la chaqueta por encima de los hombros y asomando por la manga derecha, agarrada a una bolsa, una mano deforme, extrañamente grande, de dedos curvos como garras y uñas horribles por enormes. Se ha cruzado con 3 o 4 personas, que ni siquiera se han fijado. Y ha seguido andando, medio de lado, con las lágrimas resbalándole por la cara, sin hacer nada por limpiárselas y mucho menos por contenerlas. No sé si lo soñé o esta mañana una mujer sufría.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Epílogo

La Historia existe; se impone, reina, su dominio es inevitable. Pero más allá del ámbito histórico estricto, la ambición última de esta obra es saludar a esa especie infortunada y valerosa que nos creó. Esa especie dolorosa y mezquina, apenas diferente del mono, que sin embargo tenía tantas aspiraciones nobles. Esa especie torturada, contradictoria, individualista y belicosa, de un egoísmo ilimitado, capaz a veces de explosiones de violencia inauditas, pero que sin embargo, no dejó nunca de creer en la bondad y en el amor. Esa especie que, por primera vez en la historia del mundo, supo enfrentarse a la posibilidad de su propia superación; y que unos años más tarde supo llevarla a la práctica. Ahora que sus últimos representantes están a punto de desaparecer, nos parece legítimo rendirle este último homenaje a la humanidad; un homenaje que también terminará por borrarse y perderse en las arenas del tiempo; sin embargo, es necesario que este homenaje tenga lugar, al menos una vez. Este libro está dedicado al hombre.
Las partículas elementales, M Houellebecq.

alunizando IV

a los maestros.

cuando los maestros envejecen
a la vejez ciruelas
al vozarrón pitillos
guitarra al hombro
viuditas
capitales
y carmelitas
a los escombros
y un verso más que llevarse a la boca
y resucitar todos los días
para cantar mentiras
redescubrir marañas
acompasar susurros
de faldas cortas
de manos largas
de oídos ciegos
que hoy es para siempre
si es que hay maestros todavía.