martes, 27 de octubre de 2015

Últimas adquisiciones.

Por enésima vez: pase lo que pase -y siempre pasa- la música está ahí. Construyendo alrededor de cada debacle una bonita banda sonora. Siempre acompañando cualquier crisis, todo estado de ánimo posible. 

A noviembre, por suerte, no le faltarán conciertos, y sólo por eso merecerá la pena vivirlo de pie -cerveza en mano, allá por la cuarta fila.

Ya se sabe: a cada conversación pendiente, una letra asesina. Un susurro, un par de acordes, una segunda voz. Aquí van tres pruebas de ello.

Belleza y miedo. Es difícil elegir dos palabras más cabronas, capaces de provocar tanta parálisis. Aparecen animales en parques nacionales, corresponsales del tiempo y cosas tan fundamentales como salvarse en el último momento. La cantan Ricardo Vicente y Zahara.

La casa vacía, de Manolo Tarancón con Xoel López. Parece que el único secreto es seguir escribiendo canciones.

Ningún nombre, ningún lugar, con la que la otra mañana le vi bailotear por ahí. Eso me hizo sonreír, por mucho que el tema hable de recoger nuestras tripas otra vez, lo cual desgraciadamente me suena. Casi tanto como los pájaros que pierden el control. De cualquier forma, va a ser un lujo oirla en directo, Xoel. 

El bonus track se lo lleva san Leonard Cohen, cuyo documental veremos en cuestión de días. Imposible elegir una sola canción; es lo que tienen los genios.

viernes, 16 de octubre de 2015

Gracias, Rabudo.

Seguí durante un año y pico la travesía del periodista Nacho Mirás en su lucha contra un tumor cerebral atroz.

Su actitud, su brillantez escribiendo, la valentía, el humor veces macabro con que trataba su drama, la sensibilidad desaforada que se gastaba el maldito... fueron un cable a tierra en muchos momentos difíciles, cuando sentía la tentación de abandonarme a mis propias mierdas, insignificantes al lado del monstruo que le acechaba a él y con el que tan bien lidió durante tanto tiempo.

No se me ocurre otra manera de explicarlo: fue un cable a tierra.
Desde ayer, un cable al cielo.

martes, 13 de octubre de 2015

Sobre Esta boca es mía.

El otro día, hablando con un amigo, lo vimos, claro y meridiano. Si no Esta boca es mía, cuál.

Corría 1994 y el bueno de Sabina acababa de reventar la banca con Física y química que, claro que sí, era un discazo. Si quedaban dudas sobre su talento como letrista y sobre su carisma como personaje, se las merendó con ese álbum sobrado de sensibilidad, personalidad y ese canallismo de pirata cojo tan suyo. No sabemos qué hubiera hecho otro en su lugar después de eso. Él no se amilanó, desde luego.

Con un título revelador y un tracklist quizás algo menos evidente (Y nos dieron las diez ya era un himno) salió a la calle Esta boca es mía. Y aunque es complicado señalar una sola canción que no esté a la altura, sí que hay 6 o 7 que con toda probabilidad lo hacen el más redondo de la primera mitad de la carrera del artista, por lo menos hasta19 días y 500 noches, mucho más popular, por otra parte.

Abrir con Esta noche contigo fue una bendita declaración de intenciones: una canción de amor al más puro estilo Sabina, cargada de metáforas en un ambiente urbano con multitud de guiños a cual más certero. Y si no, que se coman a besos las colegialas a los artistas.

El bulevar de los sueños rotos no es una canción, es uno de los mayores piropos jamás cantados. Quién no mataría por ser una mestiza ardiente de lengua libre, gata valiente con piel de tigre con voz de rayo de luna llena. Si no conocen a la mujer a la que van dedicados esos versos, ya tardan: Chavela Vargas es uno de los personaje más fascinantes del universo Sabina. Sólo por ese “quién supiera reír como llora Chavela” este álbum ya habría marcado un antes y un después en toda regla.

Pero hay más, mucho más. Incluso en estos tiempos, aún pareciendo un tema menor, es de aquellos en que el desamor se trata con imágenes soberbias. Todos los dias ﷽﷽﷽﷽﷽﷽desamor se trata con imad lo hacen el m que van dedicados esos versos, ya tardan. Chavela Vargasías tienen ese instante en que me jugaría la primavera por tenerte delante es una prueba de ello. O bien ese todos los días tienen unas horas para gritar al filo de la aurora la falta que me haces. Rima compleja, mensaje claro: marca de la casa absoluta.

La siguiente joyita es Siete crisantemos. Fantaseando con recapitular (algo que ha ido haciendo siempre), Joaquín nos cuenta que se le ha olvidado ya el lugar de donde viene y puede que no exista el sitio a donde va, entre otras perlas pseudo-confesionales. De los versos “también en el infierno/ llueve sobre mojado,/ lo sé porque he pasado/ más de una noche allí” no se recupera uno con facilidad.

Imposible no quitarse el sombrero con Ruido. Durante mucho tiempo, la introdujo en los conciertos con una pequeña anécdota que encierra la mala leche que transformó en poesía en la canción: “Mis padres vivían encima de una discoteca. Siempre se quejaban, los de la discoteca, de que hacían mucho ruido.” Hay que escuchar este tema, cuya instrumentación, además, es de las más notables de todo Sabina.

A partir de aquí llega lo que podría ser una cara B algo menos brillante, si es que se puede considerar poco brillante algo que se cierra con Más de cien mentiras y la homóloga Esta boca es mía.

Por su lado, Más de cien mentiras es una de las pocas canciones de la época que Sabina sigue tocando en directo; por algo será. Se trata de una retahíla de motivos por los que vivir que incluye casi todos los símbolos del universo del autor: los trenes, los bares, los amores que matan, saliva, cinismo, locura, deseo y probablemente uno de los versos más inspirados del álbum, un alma en oferta que nunca vendimos.

Y lo de Esta boca es mía… Lo de Esta boca es mía es otra liga. Empieza con un verso de Benedetti a modo de aviso para navegantes y sigue a la altura si no más allá. Llegados a este punto, no se me ocurre nada mejor que copiar la letra íntegra. No pueden no escucharla.

Más vale que no tengas que elegir
entre el olvido y la memoria
entre la nieve y el sudor.
Será mejor que aprendas a vivir
sobre la línea divisoria
que va del tedio a la pasión.

No dejes que te impidan galopar
ni los ladridos de los perros
ni la quijada de Caín,
que no te dé el insomnio por contar
las gaviotas del destierro,
las amapolas de París.

Te engañas si me quieres confundir
esta canción desesperada
no tiene orgullo ni moral.
Se trata solo de poder dormir
sin discutir con la almohada:
dónde esta ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽on la almohada:
mir
ndir
homenajearla que poniendo la letrParjada de Cata el sitio a donde va, entre otras perlas pseuá el bien, dónde está el mal.

La guerra que se acerca estallará
mañana lunes por la tarde
y yo en el cine sin saber
quién es el malo mientras la ciudad
se llena de árboles que arden
y el cielo aprende a envejecer.

Y sal ahí
a defender el pan y la alegría.
Y sal ahí
para que sepan
que esta boca es mía.