El otro día, hablando
con un amigo, lo vimos, claro y meridiano. Si no Esta boca es mía, cuál.
Corría 1994 y el bueno
de Sabina acababa de reventar la banca con Física
y química que, claro que sí, era un discazo. Si quedaban dudas sobre su
talento como letrista y sobre su carisma como personaje, se las merendó con ese
álbum sobrado de sensibilidad, personalidad y ese canallismo de pirata cojo tan
suyo. No sabemos qué hubiera hecho otro en su lugar después de eso. Él no se
amilanó, desde luego.
Con un título revelador
y un tracklist quizás algo menos
evidente (Y nos dieron las diez ya
era un himno) salió a la calle Esta boca
es mía. Y aunque es complicado señalar una sola canción que no esté a la
altura, sí que hay 6 o 7 que con toda probabilidad lo hacen el más redondo de
la primera mitad de la carrera del artista, por lo menos hasta19 días y 500 noches, mucho más popular,
por otra parte.
Abrir con Esta noche contigo fue una bendita
declaración de intenciones: una canción de amor al más puro estilo Sabina,
cargada de metáforas en un ambiente urbano con multitud de guiños a cual más certero.
Y si no, que se coman a besos las
colegialas a los artistas.
El bulevar de los sueños rotos no es una canción, es uno de los mayores piropos
jamás cantados. Quién no mataría por ser una
mestiza ardiente de lengua libre, gata valiente con piel de tigre con voz de
rayo de luna llena. Si no conocen a la mujer a la que van dedicados esos
versos, ya tardan: Chavela Vargas es uno de los personaje más fascinantes del
universo Sabina. Sólo por ese “quién
supiera reír como llora Chavela” este álbum ya habría marcado un antes y un
después en toda regla.
Pero hay más, mucho más.
Incluso en estos tiempos, aún
pareciendo un tema menor, es de aquellos en que el desamor se trata con imágenes
soberbias. Todos los dias ﷽﷽﷽﷽﷽﷽desamor se trata con imad lo hacen
el m que van dedicados esos versos, ya tardan. Chavela Vargasías tienen
ese instante en que me jugaría la primavera por tenerte delante es una
prueba de ello. O bien ese todos los días
tienen unas horas para gritar al filo de la aurora la falta que me haces.
Rima compleja, mensaje claro: marca de la casa absoluta.
La siguiente joyita es Siete crisantemos. Fantaseando con
recapitular (algo que ha ido haciendo siempre), Joaquín nos cuenta que se le ha
olvidado ya el lugar de donde viene y puede que no exista el sitio a donde va,
entre otras perlas pseudo-confesionales. De los versos “también en el infierno/ llueve sobre mojado,/ lo sé porque he pasado/ más
de una noche allí” no se recupera uno con facilidad.
Imposible no quitarse el
sombrero con Ruido. Durante mucho
tiempo, la introdujo en los conciertos con una pequeña anécdota que encierra la
mala leche que transformó en poesía en la canción: “Mis padres vivían encima de una discoteca. Siempre se quejaban, los de
la discoteca, de que hacían mucho ruido.” Hay que escuchar este tema, cuya
instrumentación, además, es de las más notables de todo Sabina.
A partir de aquí llega
lo que podría ser una cara B algo menos brillante, si es que se puede
considerar poco brillante algo que se cierra con Más de cien mentiras y la homóloga Esta boca es mía.
Por su lado, Más de cien mentiras es una de las
pocas canciones de la época que Sabina sigue tocando en directo; por algo será.
Se trata de una retahíla de motivos por los que vivir que incluye casi todos
los símbolos del universo del autor: los trenes, los bares, los amores que
matan, saliva, cinismo, locura, deseo y probablemente uno de los versos más
inspirados del álbum, un alma en oferta
que nunca vendimos.
Y lo de Esta boca es mía… Lo de Esta boca es mía es otra liga. Empieza
con un verso de Benedetti a modo de aviso para navegantes y sigue a la altura
si no más allá. Llegados a este punto, no se me ocurre nada mejor que copiar la
letra íntegra. No pueden no escucharla.
Más vale que no tengas que elegir
entre el olvido y la memoria
entre la nieve y el sudor.
Será mejor que aprendas a vivir
sobre la línea divisoria
que va del tedio a la pasión.
No dejes que te impidan galopar
ni los ladridos de los perros
ni la quijada de Caín,
que no te dé el insomnio por contar
las gaviotas del destierro,
las amapolas de París.
Te engañas si me quieres confundir
esta canción desesperada
no tiene orgullo ni moral.
Se trata solo de poder dormir
sin discutir con la almohada:
dónde esta
﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽on la almohada:
mir
ndir
homenajearla que
poniendo la letrParjada de Cata el sitio a donde va, entre otras perlas pseuá el
bien, dónde está el mal.
La guerra que se acerca estallará
mañana lunes por la tarde
y yo en el cine sin saber
quién es el malo mientras la ciudad
se llena de árboles que arden
y el cielo aprende a envejecer.
Y sal ahí
a defender el pan y la alegría.
Y sal ahí
para que sepan
que esta boca es mía.