viernes, 16 de octubre de 2015

Gracias, Rabudo.

Seguí durante un año y pico la travesía del periodista Nacho Mirás en su lucha contra un tumor cerebral atroz.

Su actitud, su brillantez escribiendo, la valentía, el humor veces macabro con que trataba su drama, la sensibilidad desaforada que se gastaba el maldito... fueron un cable a tierra en muchos momentos difíciles, cuando sentía la tentación de abandonarme a mis propias mierdas, insignificantes al lado del monstruo que le acechaba a él y con el que tan bien lidió durante tanto tiempo.

No se me ocurre otra manera de explicarlo: fue un cable a tierra.
Desde ayer, un cable al cielo.

No hay comentarios.: