sábado, 30 de enero de 2010

Costa Brava

A ellos, por haberse querido una vez.

Me acuerdo de cuando era pequeña y mis padres me llevaban en verano a un pequeño pueblecito de la Costa Brava catalana. Yo no debía de tener más de seis años, llevaba un vestido naranja de toalla y odiaba mancharme del chocolate de los helados que me compraban al volver de la playa. Recuerdo también que la casa que alquilaban no me gustaba nada porque tenía pocos muebles pero muchas ventanas y lo que es peor, no tenía tele, lo que me obligaba a perderme mis series favoritas (por aquél entonces infinitamente más dignas de lo que serían ahora). Y todas las mañanas compraban el periódico, y bajábamos a la playa, y muchos mediodías cuando nos moríamos de calor y ya eran más de las tres de la tarde nos íbamos a comer una paella en el restaurante más auténtico del pueblo, que desplegaba sus mesas a lo ancho y largo de la única plaza del lugar. Nos sentábamos al lado de franceses cincuentones, de familias con niños diversos que me miraban y de parejas a las que yo miraba curiosa, como preguntándome si alguna vez me pasaría a mí algo parecido, si alguien me miraría de la manera que el chico barbudo miraba a su chica que, dicho sea de paso, hacía top less en la arena. Y leía, sobre todo leía, mientras ellos hojeaban el periódico que habíamos comprado antes o veían el final de la correspondiente etapa del Tour, animando siempre al Pollo Pantani, que debe ser el único ciclista creíble que ha tenido la historia de la humanidad ciclista. Y luego por las tardes hacíamos excursiones a otros pueblos o íbamos a la compra o volvíamos a la playa, y por las noches cenábamos en la casa y luego salíamos a tomar una copa de tres bolas por lo menos, de chocolate y de café y no recuerdo de qué más. Y algunas de esas noches estaban en la terraza del bar los niños que me miraban, pero yo casi siempre prefería permanecer atenta a la pareja de hippies, que a esas horas ya se daba cada vez más y más besos.

Ahora me pregunto si aquellos veranos fueron felices y veo que no sé responderme. Quizás lo fueron para mis padres, el último rayo de sol antes de la marabunta que nos esperaba a todos. Y también pienso que ha llovido mucho y que la Costa Brava debe estar igual de bonita pero algo menos brava. Y me doy cuenta que efectivamente, alguien me ha mirado alguna vez como el barbudo miraba a la chica, y que, maldita sea, es tan emocionante como parecía entonces. Y continúo pensando y me planteo qué habrá sido de todos los helados de chocolate y de las paellas y del pollo Pantani y del vestido de toalla y de los niños que leen libros en las terrazas de verano. Y cómo no, me empeño en pensar qué habrá pasado con los besos de los hippies.

¿Será posible...?

¿Será posible...?
Esta ciudad que encanalla a los canallas,
que engalana a los poetas,
que te invita a que te pases de la raya,
de la prisa, de la dulce risa de las letras.

¿Será increíble...?
Esta ciudad que amanece a medianoche,
que regala sonrisas por la calle,
que te presenta al mayor de los fantoches,
artista, supermán… todo un detalle.

¿Será terrible...?
Cae la tarde en Lavapiés,
ya no es tan feo Fuenlabrada,
que alguien sueña del revés,
y hoy nadie va mejor acompañada.

Trescientas cañas después,
dos madrugadas de besos,
y Madrid* se me calaba hasta los huesos…


*como para no bajarse en atocha.

Hace mucho mucho tiempo (II)

para robarle una sonrisa a miss square.

Hoy hace sol, mi leona,
(lo que no mata hace fuerte)
alma de flor peleona,
olvídate de esa suerte…

Cuando echa a volar esta mariposa,
algunas cosas se pierden,
mas quién vio luz tan hermosa,
bendito perro y qué verde.

Que no te hagan escombros,
que no te dejen las musas,
mientras tú tengas mi hombro.

La tragedia de las muñecas rusas,
tan mágicas, tan especiales,
que no las entienden los mortales.

Hace mucho mucho tiempo,

para sacar una matrícula en crítica literaria sólo hacían falta 2 sonetos.

(I)
Descalabrando el mundo con palabras,
echando un pulso con el desamparo
ni tan vulgar ni loco ni tan caro,
no cerrará las puertas que le abras.

Nocturno lapidado a cuatro manos,
maestro de las rimas consonantes
medio romántico, medio farsante
que puede derribarte los veranos.

Si esta noche no rima sir García
yo le cambio su pluma por la mía
y nadie va mejor acompañada.

¿Don Montero? Eso será poesía.
La fiesta de jugar a la osadía:
catorce versos, lo demás es nada.


(y II)
Si digo poeta digo alfarero
digo Cyrano de noches en vela
digo cantante o autor a capella
digo pirata, verdugo, torero.

Digo compadre, juglar, enemigo
de inviernos en blanco, otoños en vilo
digo artesano, aguja sin hilo,
digo la almohada que duerme conmigo.

Si digo poeta digo monarca
digo pianista de orquesta vienesa
digo creador de los sueños sin marca.

Emperador del imperio del alma
príncipe gris que no lleva princesa,
ven, corazón, a robarme la calma.

jueves, 28 de enero de 2010

la música

"La música, la de verdad, no suena, te atraviesa el cuerpo de parte a parte."
de Deseo de ser punk.

Y el fuera de juego es evidente...

martes, 19 de enero de 2010

martes 11:32

esta mañana toca desarrollar conceptos, pensar ejecuciones, escribir guiones.
clavar cierres, como si fueran clavos. o triples en baloncesto. como si algo de todo esto fuera a arreglar el mundo.
el entusiasmo, cuando lo hay, es momentáneo. diría más: infinitesimal.

pensándolo con claridad este teclado de oficina es sólo un sucedáneo de la verdadera historia. qué manera de gastar el tiempo para no enfrentarse con la realidad: la mediocridad, que además de joder rima. si uno se esfuerza a muerte en hacer algo cabe pensar que tiene alguna posibilidad de conseguirlo. el problema es si directamente no se esfuerza.

salgo a fumar, pensando, como todos los días, que estoy fumando demasiado.

es que hoy ni siquiera creo que estoy cumpliendo mal y tarde. si me propongo no engañarme (ni a ti) debo admitir que no estoy cumpliendo en absoluto. ¿cuando me entre el apuro será demasiado tarde? es probable. sobre todo teniendo en cuenta que no sería, ni de mucho, la primera vez.

soy egoísta y me consuelo pensando que tú tampoco lo estás haciendo tan bien. cuánto desapego, cuánta traición a la ternura a las palabras de amor a las cartas cruzadas a los ojos de esta niña a todas las canciones que pusimos por bandera. ¿dónde nos va a llevar todo esto?

otra vez se me olvidó que no puedes responder.

tormentos y atormentas.

como quien pierde su brazo derecho,
como el paraguas que se extravía en un temporal
como quien nada en un mar de deshechos,
mal, como él, lo has vuelto a hacer fatal.

como los gritos que no se hacen oír
como quien desaprovecha su única oportunidad
como quien patea a conciencia la felicidad
como quien sólo aprendió a morder y a sufrir.

donde los hombres que nunca supieron querer
pierden el rastro entre un mar de ramas
donde se separan para siempre estas dos camas
y la lucidez se larga y no piensa volver.

lunes, 18 de enero de 2010

caballo de cartón

gracias.

esta mañana un caballo de cartón ha aparcado delante de casa derrapando. como una bendición, justo cuando más necesitaba una sonrisa.

la vida es una montaña rusa sin cinturón de seguridad ni chaleco antibalas.
el gong de salida apenas audible no sólo no nos prepara sino que nos suelta la mano y nos desampara y alguien se ríe a lo lejos de nuestra culpa nuestro dolor y nuestro estupor, de nuestro miedo.
y sólo podemos contemplar como subimos y bajamos sin poder parar las máquinas ni poner el pie en los estribos, en una fiesta a la que nunca supimos que estábamos invitados.
¿qué nos queda? saltar. renunciar. maldecir. confesar. escapar mientras desoímos cualquier sabio consejo como quien desoye llover cruda y silenciosamente.

por el camino intentamos aprender a reír, a llorar, a vivir. a escribir...

miércoles, 13 de enero de 2010

un bonito impermeable azul

días de impermeables azules y palacios por partida doble y de reyes magos madrugando en las estaciones de tren y de soles que salen por si te descuidas y te dejas deslumbrar.
días de dolor de muelas y de llorar de risa cuando el caballo llega a casa sin john wayne.
días para que veas que vuelas, de ocho horas de oficina y horas extras en la barra, sin un plan en la pizarra y el alma cirrótica cáustica y descojonada de lo atroz de la rutina o la ruina.
días de limosnas y limusinas y nostalgias y cascabeles y de placeres y ahora que viene a cuento, ya te comento: más vale que hoy te quedes.
días con el norte al sur y la brújula rota por bulerías, que ha dejado una nota en la cocina: no volveré.
y parece que este estribillo ya me lo sé...

te diré mil cosas por las que no llorar ni loco.