lunes, 18 de noviembre de 2013

Granada para Marc.

Ay.
Ay Granada.

La ciudad que más marimorenas ha visto armadas. Y no me refiero a la Historia con mayúsculas y a sus turbulencias (que también), sino al cóctel molotov que suele armarse entre dos animalicos después de millones de cañas, caña tapas, copazos y demás. O si no que le pregunten al Niño de la Almendra. O a alguno de los dos melenas molones que tuvieron la fortuna (¿el infortunio?) de vivirlas un día conmigo en modo partenaire. Y –cómo no- a miss Square.

Porque Granada resucita a los muertos, y eso es así. Y en ella se pueden agotar todas las vidas de los gatos e incluso alguna más. Como prueba, una breve ruta sujeta a lo que aún da de sí la memoria, aunque si lo recuerdas es que no estuviste, lo cual es una sentencia muy grande y muy adecuada para hablar del lugar más bonito del sur del mundo. 

Granada es infinita. Es el Darro y son los Tristes, es las berenjenas con miel –y esto es muy serio, porque son Dios- de Casa Julio (desde 1947), es el Mirador de San Nicolás, es el -benditas 2 cenas- Huerto de Juan Ranas (callejón de la Atarazana Vieja 6, y sí, tiene pérdida).

Granada es el  Candela, el rollito del chiringo en el Sacromonte y sus 200.000 quintos a la hora, el Peatón y la Percha y el Ruido Rosa y el Amador. Granada es –piel de gallina- Morente y también es J y es aquella maldita noche sabinera y son aquel par de idiotas. Granada es el Realejo y la Tana y la Pajuana y cada una de las tropecientas cuestas que suben al Albaicín, especialmente las que esconden patiecitos inhumanos.


Granada es coger un coche para subir a la Alpujarra. Es conducir cantando. Es los pollúos y es los líquenes. Es Semana Santa sobre todo pero también es invierno y es otoño. Es los cármenes, la calle Elvira, el pescado directo de Motril, los naranjos disfrazados de manzanos y el vino que nunca, pero nunca, vino solo.

Cómo no la vamos a adorar. Si es Granada son las seis de la mañana, y es seguimos para bingo, y es piononos, increíbles levantás y jugar con el destino.

Granada es la magia de la Alhambra y las Alhambras. Que se dice pronto.

Es el puto ‘no hay en la vida nada’. 
Y es probable que no, no haya en la vida nada.

Ay.
Ay Granada.

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