La vida es lo que transcurre
mientras parpadeas esperas el siguiente artículo de Jabois o de Enric
González. O a que salga Messi de una puta vez a deshacer el entuerto en que se
han convertido todos los malditos partidos de un tiempo a esta parte. Si no, debe
ser un santiguarse sin parar recordando el último despropósito en modo Gremlin
o el próximo comentario de cliente, cosas que compiten por el puesto de honor en
el podio de grandes pesadillas de la historia con una ferocidad que asusta al
miedo. La vida es que caiga un chaparrón a la hora y media de estar tomando el
sol en pantalón corto y que de ahí sobrevenga tal dolor de garganta que pases a
fumar no ya light, sino ultralight, en un dechado de sensatez que incluso tu
abuela anda boquiabierta. El estanquero, por su parte, aún no se ha recuperado,
y ha dado la voz de alerta a las autoridades sanitarias, que ya deben estar con el coche patrulla esperándote. La vida, que a ratos
te monta un regate que te deja de baja seis meses por rotura de los ligamentos
cruzados y ahí te pudras, que no tejes bufandas porque no es temporada pero si
no ahí estarías como un potrillo desbocado agujas en mano. Y todo sin saber qué
carajo son los ligamentos cruzados porque tú siempre fuiste de letras aunque no
está claro si a mucha honra. La vida es que el domingo que te proponías pasar
leyendo angelicalmente torne en un tour de force donde caen trescientas
cervezas tirando bajo, dejándote anonadado de tu poca capacidad de previsión de
descalabros, con lo que uno ha sido. La vida es que el disco al que andas
pillado no sea un disco, y te tragues diálogos surrealistas de 5 minutos entre
tema y tema sin inmutarte. Cosas de la vida, en fin, que es lo que tiene y
también lo que no tiene. Y eso.
lunes, 6 de mayo de 2013
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