lunes, 6 de mayo de 2013

y eso.


La vida es lo que transcurre mientras parpadeas esperas el siguiente artículo de Jabois o de Enric González. O a que salga Messi de una puta vez a deshacer el entuerto en que se han convertido todos los malditos partidos de un tiempo a esta parte. Si no, debe ser un santiguarse sin parar recordando el último despropósito en modo Gremlin o el próximo comentario de cliente, cosas que compiten por el puesto de honor en el podio de grandes pesadillas de la historia con una ferocidad que asusta al miedo. La vida es que caiga un chaparrón a la hora y media de estar tomando el sol en pantalón corto y que de ahí sobrevenga tal dolor de garganta que pases a fumar no ya light, sino ultralight, en un dechado de sensatez que incluso tu abuela anda boquiabierta. El estanquero, por su parte, aún no se ha recuperado, y ha dado la voz de alerta a las autoridades sanitarias, que ya deben estar con el coche patrulla esperándote. La vida, que a ratos te monta un regate que te deja de baja seis meses por rotura de los ligamentos cruzados y ahí te pudras, que no tejes bufandas porque no es temporada pero si no ahí estarías como un potrillo desbocado agujas en mano. Y todo sin saber qué carajo son los ligamentos cruzados porque tú siempre fuiste de letras aunque no está claro si a mucha honra. La vida es que el domingo que te proponías pasar leyendo angelicalmente torne en un tour de force donde caen trescientas cervezas tirando bajo, dejándote anonadado de tu poca capacidad de previsión de descalabros, con lo que uno ha sido. La vida es que el disco al que andas pillado no sea un disco, y te tragues diálogos surrealistas de 5 minutos entre tema y tema sin inmutarte. Cosas de la vida, en fin, que es lo que tiene y también lo que no tiene. Y eso.

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