lunes, 8 de abril de 2013

La vida no era tan dulce.

"Llegar a la estación y verte saltar desde el mismo andén,
noches más largas que la muralla china y más duras también.
Entrar y salir de Nazaret a toda hostia en un Seat León.
(…)
Y un policía que se cree Sonny Crockett, el muy subnormal.
Una nube en torno a ti pero esa carina tan llena de paz.
(…)
Y ahora tener que comprender que el tiempo tiende a corroer todo lo que toca
y que hay que elegir entre el final y el después."
(…)
De 'Los sabios idiotas'.

No había visto nada parecido desde la noche de Cohen, que más que dar un concierto llevó a cabo un ritual sagrado. Nada comparable, ni siquiera remotamente. Porque lo de ese hombre siempre ha sido la Champions y todo lo demás es carne de quinta regional sin opciones de ascenso.

El homenaje de Nacho Vegas al cine de Mike Leigh no pudo estar más a la altura. La selección de escenas, los diálogos, las composiciones inéditas, la instrumentación de las mismas, la primerísima vez que aparecía un chelo en escena tratándose de Nacho... Emocionante es poco. 

El conjunto estaba maravillosamente bien armado, con una sensibilidad fuera de lo común, muy propia de la criatura. Dando voz (una vez más) de forma tierna y cínica y bárbara y poética a esos personajes que tan raramente aparecen en nuestras pantallas. Colocando, además, las canciones propias justas para no empañar el verdadero objetivo de la velada. Aprovechando para matar algún vampiro de pasada. Eso fue Enough, por invitar a la fiesta a la gata de Enric González. Y todo el resto, cosas que no hay que contar.

Un sábado por la noche insuperable. Ni siquiera con un par de bises. Porque la vida, más que dulce, es agridulce. ¿O qué esperábamos? 

El tándem Leigh/Vegas no puede decirlo más alto: quedó claro.

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