jueves, 28 de junio de 2012

de óleos, unicornios y ojalás.

por una bendita casualidad esta tarde escuchas a silvio y te transportas a un coche, cuando aún no entendías nada pero cantabas -lo has hecho siempre- los estribillos. tenías 7 años pero ya viajabas de copiloto, porque la verdadera copiloto se había ido hacía unos meses, y eso también te costaba -y mucho- de entender.
de ahí saltas a una noche de final de primavera, en aquel momento en que las historias acaban de empezar y hay que poner canciones que camuflen los conciertos de gemidos en estéreo. 19 años y cargándote una movida para empezar otra que, como no podía ser de otra forma, también fracasó.
y esto te lleva de cabeza al mismo fracaso, que -milagro- un sábado por la tarde no lo fue tanto. porque de la mesa del ordenador a la cama mediaron tres canciones. porque los litros de sangría en sangre también omnubilan. porque un rato de abandono nunca fue tan bonito ni tan animal ni tan culpable. porque, para mayor despropósito, fue el primero de varios. y porque, por encima de todo, por una vez y sin que sirva de precedente, esto no lo has jodido. y ahora es diferente pero sigue siendo igual de bonito. o qué cojones, infinitamente más.
han pasado los años, y hoy, que tienes a alguien esperando a que den las siete para verte, y que no es la primera vez y -apuestas- tampoco la última, sigues sin entender demasiadas cosas, pero sí que has visto algunos óleos y has hecho caer algunos sombreros. y has buscado mil veces (y no la has encontrado casi nunca) la palabra precisa. y también hubo sonrisas casi perfectas. y viviste esperando abril, y añorando el breve espacio en que no solo no está sino que no estará jamás. siendo violenta y tierna, con la breve locura de quien sabe que el tiempo sigue jugando órdagos y que esto, por más que te duela, ahora ya sí, sí que ha hecho más que empezar.

No hay comentarios.: