Que me asaltan los momentos,
de repente y a traición.
Que desatan en mí
punzadas de orgullo.
Que a la vez me rompen,
en inmensos fogonazos,
el mismo corazón.
Ese que un día hiciste
tuyo.
Que luego reconstruí a
pedazos
a lo largo de mil
madrugadas
a base de sangre, sudor
y tabaco.
Esto es lo que hay y
esto es lo que voy a temer.
Que claro que no se me
olvida
y tampoco sé dejarlo ir.
Me refiero al
descontrol,
al cepillo de dientes
aquél,
al triple salto mortal
tan contigo y tan sin ti.
Siempre en pie y tan
derruida.
Capeando el vértigo así,
jugando a ser un orfebre
en mitad de una enorme
estampida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario