miércoles, 20 de febrero de 2013

Por si acaso.


Pero por si acaso. Por si aún no le han dicho que estuvo ahí como nadie. Que pese a ser un idiota en muchas cosas, en esto siempre fue irreprochable. Que su lealtad para con él era infinita y que es imposible que no estuviera increíblemente orgulloso del tipo en que se había convertido.

Por si se le olvida recordar que cayera quien cayera nunca faltó a una de sus citas.

Y también por si estos días anda bebiendo demasiado. O demasiado poco, que sería igual de terrible. Por si le ha dado por pasear por los bajos fondos. Por si no le apetece escuchar música o ha dejado de leer. Por si hace demasiados días que no se deja acariciar. Por si siente esa clase de frío que es tan difícil sacarse de encima con abrigos. O por si se despierta en plena noche y al tomar consciencia de lo que pasa se le viene el mundo encima. Por si ha encajado regular el derechazo. Por si le está dando por llorar o por gritar en susurros, cabizbajo, ‘¿dónde estás?’.

Quizás soy lo que menos necesita.

Pero por si acaso. Por si él solo no se da cuenta de lo que se le echa de menos cuando desaparece. Al menda con los cuellos gastados de vacilar. Al chico dulce y cafre, tierno y algo estúpido, inteligente y macarrita. Al mejor contador de historias de este lado de Alabama. Por si esto ayuda a quitarle la lluvia de los zapatos y a suavizarle las patas de gallo. Por si pronto necesita una cerveza bien tirada. Por si le recuerda que siempre se la jugó como un valiente.

Porque, y puede que ahora no se lo crea, es un valiente.

Quizás soy lo que menos necesita.
Lo cual no era razón para no mandarle esto. Con un millón de besos de propina.

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