lunes, 9 de julio de 2012

ella.

Esto es porque nunca nadie cocinó y nunca nadie cocinará mejor que ella. Porque si alguien sabe algo más de sacrificio, o de amor incondicional -que viene a ser lo mismo- es un puto extraterrestre. Porque perdió a todos los que la rodeaban y aún así siguió viva -probablemente más que nunca. Porque aún hoy sigue aprendiendo con un hambre animal, de neurología a política, de biología a matemáticas, y suma y sigue. Porque no pudo estudiar y aún así la muy bestia sabe más que nadie. Porque es tolerante y valiente y dulce. Porque es sensible hasta límites insospechados. Y porque es más fuerte de lo que todos los demás seremos capaces de soñar por mucho que vivamos. Porque no es una madre pero como si lo fuera. Porque vive sin dar lecciones pero su vida es una lección maestra. Porque casi no oye, y es incapaz de percibir los sabores y aún así sonríe cuando le llevas un pastel un domingo por la mañana. Porque guarda secretos como nadie. Porque a su lado está prohibido estar medio triste. Porque si la ves leer como un crío se te caen las lágrimas. Porque si alguien merece seguir aquí, a nuestro lado, es ella y nadie más que ella. Porque es imposible querer más a una personita molona, enorme, maravillosa, única, que en unos días va a cumplir ochenta y tres veranos. Y porque el día que no esté nos va a matar a todos un poquito; y el vacío, el muy maldito, no va a poder explicarse con palabras.

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