miércoles, 25 de abril de 2012

primaveras de derrotas y reconquistas

Tener todas las de perder y -cómo no- terminar perdiendo. Clásicos, semifinales, la vergüenza, los papeles. Seguir haciendo el animal para que un domingo por la mañana de abril te llamen linda. O prenda. O primor. Y tú por los suelos. Una primavera más. Un viernes al mediodía menos. Con 'Tú, misionero de Dios' como himno. Y allá en el horizonte, California. Para que nos arruinemos. En un punto indeterminado entre una playa con palmeras y una mesa de casino. Los crupiers ya están temblando. Por no hablar de los pobres socorristas.

Y esta vez sí. Tremenda reconquista. Melenas y hoyuelos mediante. El caña-tapa es el verdadero sueño americano y ellos, criaturas, no lo saben. Acostarse oyendo una guitarra flamenca. Los pollúos y los líquenes. Una barra en el Sacromonte con vistas de esas de 'no hay en la vida nada' y la verdad es que no hay en la vida nada. Y los naranjos disfrazados de manzanos. Y la Alpujarra cantando a Sabina. Y el niño de la almendra. Y Ruido. Y la levantá por partida doble. Piel de gallina es poco. Porque no pudo ser más bonito. Porque, cuando pensabas que habías perdido Granada, descubres que más bonito no hay nada.

En la caja de música suena una y otra vez la misma canción. Y tú ni la intentas parar.
Y cada noche me meto yo en el sobre y me acuerdo cuando estaba yo en Graná. Y por la mañana me levanto de la cama pensando cuándo volveré a Graná.

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