Prefiero la primavera.
Prefiero la noche.
Prefiero el humo.
Prefiero los tipos que leen.
Prefiero el fútbol.
Prefiero el bourbon.
Prefiero la música en directo.
Prefiero la incondicionalidad a la brillantez.
Prefiero la gente imperfecta.
Prefiero las islas.
Prefiero el café.
Prefiero conducir.
Prefiero las clavículas a las manos.
Prefiero lo ridículo de escribir poemas a lo ridículo de no escribirlos.*
Prefiero recordar.
Prefiero saber, siempre.
Prefiero un periódico al sol en invierno.
Prefiero el carácter, aunque luego me arrepienta.
Prefiero Madrid y Gijón.
Prefiero decidir a que decidan por mí.
Prefiero creer.
Prefiero el salitre, con todo lo que conlleva.
Prefiero la responsabilidad de elegir y fallar.
Prefiero los hoteles.
Prefiero la cerveza.
Prefiero despertarme con ellos a que se vayan.
Prefiero la terminal de salidas a la de llegadas.
Prefiero las canciones que hacen llorar.
Prefiero la segunda botella de vino y la penúltima copa.
Prefiero un montón de cosas que no escribo ahora a otras muchas que tampoco escribiré.
Prefiero la luna.
Prefiero arriesgar.
Prefiero doble o nada y todo ya.
Prefiero lograr una voz a lograr todo el dinero del mundo.
Prefiero la sensibilidad.
*Bendita sea Wislawa Szymborska.
martes, 24 de enero de 2012
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