lunes, 17 de enero de 2011

y el aullido

si lo hacemos, tonto mío, hagámoslo como es debido. y vaya si lo hicimos y menuda forma de echar a volar y dejarse llevar y abrir los cincuenta mil candados y la imperturbabilidad a la playa y el hígado hecho papilla para que muramos jóvenes y rebeldes y desnudos y descojonados porque no vamos a morir de otra manera y lo tenemos asumido. y cuando el huracán de noche lo arrasó todo mi carita al despertar debía ser de perplejidad siendo la perplejidad un bonito milagro de vez en cuando.
y luego un par de pares de ojos y la media sonrisa y el miedo ahogado en tres o cuatro cervezas más y el país comprado de puro milagro y un sol radiante y el domingo de invierno disfrazado de primavera y alguien que reza para que no haya un quinto gol por miedo a una sobredosis de quintos y de ahí todo al quinto carajo.
y ropa que vuela y párpados que ruedan y caen y el vaivén que lo mece todo y el reloj que da las mil quinientas y el silencio y los gemidos y la ducha y otro millón de cigarrillos y afuera una guerra que estalla y la advertencia y la despedida y la condena y el aullido y recordar que nada tiene más peligro que un animal herido.

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