lunes, 29 de junio de 2009

De bandas sonoras.

Parafraseando que es gerundio, algunas canciones susceptibles de haber marcado mi vida.
(...)
El joven aprendiz de pintor, de Sabina, porque la memoricé enterita muchísimo antes de entenderla. Me recuerda a mis padres juntos, y debe ser uno de los 3 tristes tigres -recuerdos que tengo de ellos.
Te doy una canción, La maza, etc… de Silvio Rodríguez. Porque me ayudaron a dormir las primeras noches con míster Cantamañanas y me acercaron a míster Cantamañanas 2 y a su guitarrita. Aún ahora llevan incorporadas un resorte automático hacia todo aquello. Play it again, Sam.
Te recuerdo Amanda, en su versión flamenquilla, con su aterrizaje en (el bar de) la universidad y la manera de ver el mundo que trajo consigo.
Bad influence, de Robert Cray Band. La canción que me acompañó en mi viaje a los impulsos una vez y, por si fuera poco, trascendió ese momento vital para colarse en otro, también increíble.
Un ramito de violetas, de Manzanita. Porque, esta sí, no trascendió el momento ni puta falta que le hace. Y me levantaría allí otra vez y mil veces más cada vez que la oigo. And once again.
Noches de boda, sobre todo la versión VHS. Tremendérrima es poco.
Ocho y medio, de Nacho Vegas, que ha ido sonando a pesar de todo y de todos, y todo apunta que seguirá en loop forever. Cajas de música difíciles de parar.
El disco Omega, de Morente y Lagartija Nick, porque no soy capaz de elegir una sola canción, y porque los dos directos fueron inolvidables, cada uno a su forma y a su modo.
La pista 2 del último disco de Sigur Rós, de nombre imposible, porque me devolvió la euforia cuando pensé que la había perdido por mucho tiempo. Algo parecido con Neix el món dintre l’ull, de Mishima.
El vals de los besos, de El hijo y Que la suerte te acompañe, de Lagarto amarillo, que fueron la banda sonora de un verano que tuvo de todo y a pesar de eso no cambiaría por nada.
Multimillonaria y Pasarela, permítome ser un poquito hortera también, porque me ponen de buen humor en medio acorde.
First breath after coma, de Explosions in the sky, por enseñarme que una buena letra no siempre es imprescindible. Tragándome lo que dije hasta el momento.
Los ángeles, de Chinarro, ascenso y caída de un sueño. Cerré los ojos de ganas de verte no es un verso, es un milagro.
Like a rolling stone y Chelsea hotel, por darme perspectiva.
Peor para el sol, Y sin embargo, Más de cien mentiras: cómo van a caber tantos versos en una canción.
La ley innata, Cuarto movimiento.
Y, por lo demás, Nos sobran los motivos.

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